Yo quiero vivir en un mundo sin
excomulgados. No excomulgaré a nadie. No le diría mañana a ese sacerdote: “No
puede usted bautizar a nadie porque es anticomunista”. No le diría al otro: “No
publicaré su poema, su creación porque usted es anticomunista”. Quiero vivir en
un mundo en que los seres sean solamente humanos, sin más títulos que ése, sin
darse en la cabeza con una regla, con una palabra, con una etiqueta. Quiero que
se pueda entrar a todas las iglesias, a todas las imprentas. Quiero que no
esperen a nadie nunca más a la puerta de la alcaldía para detenerlo y
expulsarlo. Quiero que todos entren y salgan del Palacio Municipal, sonrientes.
No quiero que nadie escape en góndola, que nadie sea perseguido en motocicleta.
Quiero que la gran mayoría, la única mayoría, todos, puedan hablar, leer,
escuchar, florecer. No entendí nunca la lucha sino para que ésta termine. No entendí
nunca el rigor sino para que el rigor no exista. He tomado un camino porque
creo que ese camino nos lleva a todos a esa amabilidad duradera. Lucho por esa
bondad ubicua, extensa, inexhaustible. De tantos encuentros entre mi poesía y
la policía, de todos estos episodios y de otros que no contaré por repetidos, y
de otros a mi no me pasaron, sino a muchos que ya no podrán contarlo, me queda
sin embargo una fe absoluta en el destino humano, una convicción cada vez más
consciente de que nos acercamos a una gran ternura. Escribo conociendo que
sobre nuestras cabezas, sobre todas las cabezas, existe el peligro de la bomba,
de la catástrofe nuclear que no dejaría a nadie ni nada sobre la tierra. Pues bien,
esto no altera mi esperanza. En este minuto crítico, en este parpadeo de
agonía, sabemos que entrará la luz definitiva por los ojos entreabiertos. Nos entenderemos
todos. Progresaremos juntos. Y esta esperanza es irrevocable.
Bienvenido navegante sin estrellas...por estos lados las palabras serán de otros porque a veces resulta más fácil así y porque no siempre mis palabras alcanzan...varias veces me quedo sin ellas...
viernes, 21 de diciembre de 2012
lunes, 10 de diciembre de 2012
El remordimiento...Jorge Luis Borges
He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida
no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.
Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
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